La sociedad del conocimiento exige una formación permanente, a lo largo de toda la vida, capaz de responder a las exigencias de un mundo en cambio continuo. Por otra parte, la educación está recuperando su función eminentemente formativa, pues hemos comprendido que el ser humano es el único animal no acabado, que está en posibilidad de hacerse y recrearse permanentemente, de ascender a niveles siempre más altos de humanismo y que, por consiguiente, se va capacitando también para ir recreando una democracia de sujetos cada vez más autónomos y solidarios. En consecuencia, la educación del individuo debe continuar durante toda la vida, para convertirse en un eje capaz de la sociedad civil y de una democracia viva en la que todos participen en la construcción de una sociedad responsable y solidaria, respetuosa de los derechos humanos de cada persona. Es a la sociedad entera, no sólo a los maestros y profesores, a la que le toca señalar el rumbo y subsanar las graves deficiencias.
¿Qué entiende usted por formación permanente?
¿La educación de la persona debe continuar toda la vida?
¿El maestro es imagen de la sociedad? ¿Por qué?
“Cuando me había aprendido las respuestas,
me cambiaron las preguntas”
Es lo que expresaba con lacónica contundencia el famoso graffiti del mayo francés. Si las generaciones anteriores nacían y vivían en un mundo de certidumbres y valores absolutos en el que los cambios eran a un ritmo tal que podían asimilarlos con naturalidad, hoy sentimos que el vértigo de los cambios recientes nos asoman a un mundo desconocido, misterioso y extremadamente complejo.
Hoy somos todos corresponsables e interdependientes y es imposible el aislamiento y la verdadera autonomía. Todo lo que sucede en cualquier rincón del planeta de algún modo nos atañe. Nos hemos convertido en ciudadanos del mundo.
¿Por cree usted que somos ciudadano del mundo?
¿Qué entiende usted por formación permanente?
¿La educación de la persona debe continuar toda la vida?
¿El maestro es imagen de la sociedad? ¿Por qué?
“Cuando me había aprendido las respuestas,
me cambiaron las preguntas”
Es lo que expresaba con lacónica contundencia el famoso graffiti del mayo francés. Si las generaciones anteriores nacían y vivían en un mundo de certidumbres y valores absolutos en el que los cambios eran a un ritmo tal que podían asimilarlos con naturalidad, hoy sentimos que el vértigo de los cambios recientes nos asoman a un mundo desconocido, misterioso y extremadamente complejo.
Hoy somos todos corresponsables e interdependientes y es imposible el aislamiento y la verdadera autonomía. Todo lo que sucede en cualquier rincón del planeta de algún modo nos atañe. Nos hemos convertido en ciudadanos del mundo.
¿Por cree usted que somos ciudadano del mundo?